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Memorias de una inmigrante

Hay días en que ser inmigrante pesa más. Días en los que te das cuenta de que en el fondo eres diferente y de que eres tratado diferente. Días en los que no tienes las mismas oportunidades o al menos no los recursos para aprovecharlas. Esos días te sientes fuera de la sociedad en la que vives, te sientes extraño, te sientes extranjero.

No todos los días son así, pero especialmente en esos días te preguntas por qué hay gente que aun teniendo esas oportunidades no las aprovecha. Esos días te das cuenta de que nadie más que los inmigrantes te van a comprender y esos días te sientes parte de una comunidad global de gente desconectada.

Hace poco escribía sobre qué eran para mí la familia y los amigos y dentro del segundo grupo estaba la gente con la que compartes, compartes experiencias, gustos o lo que sea. Aunque tengamos algún amigo Aussie, yo me sigo encontrando mejor con los inmigrantes que se encuentran en nuestra misma situación, especialmente los europeos. Hay algo en nuestra forma de ver la experiencia que compartimos, pero no es solo la similitud de nuestras vivencias en Oz, sino algo en nuestro bagaje, en nuestra historia. Nos hemos matado, peleado o ‘amado’, nos hemos entendido u odiado, pero aun así somos más iguales que diferentes cuándo nos encontramos en las antípodas.

Las antípodas ya no solo físicas o geográficas, si no sociales. Y aunque Australia sea básicamente parte del mundo anglosajón, su aislamiento tan cerca de Asia ha marcado su personalidad (si es que tiene una) y vale que no es China, pero no es Inglaterra. Cada vez me siento más europea y específicamente, mediterránea, que no española. Nunca he sido patriótica o he sentido ‘mi’ bandera o colores. Nunca me he emocionado especialmente si la roja (menos aun la de fútbol) ganaba el europeo o el mundial o cómo quedaba en las olimpiadas.

Y a pesar de todo esto, el estar aquí ha afianzado un sentimiento de pertenencia, de identidad. Me siento parte de la civilización del Mediterráneo, del pueblo europeo, si eso existe como tal. A orillas del Mare Nostrum comemos diferente, vivimos diferente, nuestra familia se forma diferente. Al final, lo que vives y ves en las antípodas no es como en tu casa, es diferente. Pero dentro de este ambiente te encuentras con gente de la vieja Europa y te das cuenta de que es más lo que te une que lo que te separa, y entonces, esos días sientes que perteneces a un sitio que está en la otra punta del planeta.

Los Australianos

En este tiempo aquí, mucha gente desde España nos ha preguntado cómo son los australianos. Y la verdad es que no es una pregunta fácil, porque no existe un tipo único. Supongo que en ningún país, pero en otros sitios al menos existe un carácter compartido, en el sentido que hay una cultura más o menos común y un bagaje similar.

Yo dividiría a los australianos en cuatro grupos, ¡guau, qué te tipos!

El primer tipo serían los aborígenes. Su historia y cultura está claramente separada de las de otros grupos. ¿Y cómo son los aborígenes? Pues la verdad es que no tengo ni idea, solo los he visto pero, desgraciadamente, nunca he interactuado con ellos.

Bandera Aborigen

Bandera Aborigen

 

Aborígenes en 'su salsa'

Aborígenes en ‘su salsa’

El segundo grupo serían los hijos de convictos. Es decir todos los WASPS (white anglo-sacson and protestant; blanco anglosajón y protestante). Estos serían todos los descendientes de los inmigrantes y convictos  ingleses, irlandeses, etc, que llegaron al país hace un siglo o dos y que son básicamente ingleses, algo raros, pero ingleses. Se han criado alejados del mundo, en muchos casos aislados y yo creo que eso ha generado en ellos un sentimiento también de ‘si yo no le importo al mundo, tampoco me importa él a mí’. En general viven en su burbuja, no saben ni se interesan por el mundo exterior y creen que son distintos y especiales.

Dentro de este grupo estarían los que se han dedicado a poblar el país, que se dedican a la agricultura o ganadería y que deben ser, ya que no les he conocido, gente muy luchadora, en cierto grado paleta (con mucho respeto y cariño, que los paletos de verdad son muy sabios), pero sobretodo supervivientes. Vivir en el desierto y luchar para seguir adelante no debe ser fácil.

El rojo Outback australiano que tantas ganas tengo de visitar.

El rojo Outback australiano que tantas ganas tengo de visitar.

Los WASPs se han criado en una sociedad que les consideraba superiores que a los aborígenes, y en general que a toda persona oscura o que no hablase su lengua. Es gente maja, eso no se puede negar, majos y educados (como los ingleses) pero detrás de esa máscara es difícil entrever si les caes en gracia o no. Sonríen mucho y en general son superficiales y simples. Suelen ser deportistas o gordos obesos en plan americano y no tienen complejo de enseñar celulitis o chichas, pero son descendientes del puritanismo y no aceptan el top less en la playa. Eso sí, son bastante cariñosos y el saludo típico australiano es un abrazo y un beso (el equivalente a los dos besos en España) pero solo para los amigos, a los extraños la mano.

Típicos australianos en la playa.

Típicos australianos en la playa.

Hablan bajo y dicen por favor y gracias para todo. Usan el condicional para pedirte las cosas y en general no tienen maldad. Pero tampoco tienen astucia, les falta un hervor. Son en general ignorantes y aunque bastantes jóvenes han viajado por Europa, no saben qué fue antes si los romanos o los griegos o que en Latinoamérica se habla español. Y esto es sobretodo porque está mal visto enseñar historia en los colegios porque sería sobre todo historia europea y eso es racista.

El siguiente grupo sería el de los inmigrantes directos, en su mayoría asiáticos (el grupo más numeroso es el de los ingleses, pero esos al final son como el anterior grupo pero con más vida y menos ignorancia). Los grupos más numerosos son chinos e hindúes. Los jóvenes se dedican a estudiar para conseguir el visado de trabajo y son en general comunidades muy cerradas, solo se juntan entre ellos.

Los hijos de inmigrantes sería el siguiente grupo. Se calcula que el 45% de la población de toda Australia es inmigrante o hijo de inmigrante. Estos están más integrados y son relativamente comunes las parejas jóvenes interraciales. Suelen hablar inglés entre ellos aunque con sus padres hablen en su lengua de origen y lo malo es que sus padres les han consentido tanto que han criado seres mimados y superficiales, pero sobretodo lerdos.

Típica mezcla racial en los colegios.

Típica mezcla racial en los colegios.

La gente joven de aquí, al menos en Sydney, son inmaduros y pijos. Lo más importante para ellos es ser guay, hacer cosas cool y estar a la última. Aquí, todo el mundo tiene iPad, el iPhone 5, se gastan millonadas en ropa y hablan todo el rato de restaurante de moda o vino. Porque se ha puesto de moda beber vino.

Y vuelvo a lo de lerdos. En general son una generación o generaciones (nunca tengo muy claro cuánto abarca una) la de los 20 a los 30 años que lo han tenido todo tan fácil que no saben qué es luchar por las cosas y no valoran nada; no han tenido que desarrollar la destreza de la engañifa (tan común en nuestro país) o de que las cosas cuestan. Competitividad hay, si, y mucho, una competitividad que les hace individualistas e igual por eso no desarrollan la imaginación y en consecuencia parece que les faltan conexiones en el cerebro.

Pero ni que decir tiene que no todos son así y que tenemos amigos australianos (no muchos) que no son así.

¡Besos!

 

 

Cosas que no me gustan de España

Lo primero que no me gusta de España son los poderosos, ese grupo que reúne a la delincuente monarquía, la decadente nobleza, los explotadores empresarios y las corruptas clases políticas. ¿Alguien cree que ha cambiado algo en cientos de años? Nos siguen gobernando y controlando los mismos. Me resulta muy desagradable pensar que los poderosos durante el franquismo son los mismos que nos gobiernan ahora. Eran felices en aquella época y lo siguen siendo ahora, nada ha cambiado, solo parecía que lo había hecho y yo me pregunto ¿por qué seguimos aceptando sus abusos?

El rey Juan Carlos es el heredero de Franco, eso lo dicen claramente hasta los libros de texto que cuentan su ‘verdad’, solo la que les interesa. Franco lo eligió como el heredero de su dictadura por la gracia de dios. ¿Por qué mantenemos al heredero de esa dictadura? Yo entiendo que mucha gente se apaciguó tras su ‘intervención’ en el golpe de estado del 82. Pero lo que se emitió por los medios de comunicación es que él había salvado al país; pero lo que yo creo que fue su ‘intervención’ (y no quiero sonar conspiranoica) fue el hecho de organizar (él y su gente de confianza) el golpe para ‘salvarnos’ y justificar su puesto. Pero, ¿salvarnos de qué? ¿De una nueva dictadura? ¿De los militares? ¿De los poderosos que dirigían el cotarro en aquella época?, pero hombre, ¡si son los mismos que nos gobiernan ahora! y al final indultaron a todos o casi todos los golpistas (el que más tiempo pasó en la cárcel fue Tejero, 14 años), para mí, sospechoso, lo menos.

Otra cosa que me enerva es las leyes que se están aprobando el último año.

Ley del aborto: una de las más restrictivas de Europa y supongo que del mundo (en los países que haya ley, claro). No digo nada nuevo, ni lo pretendo, es solo mi opinión. Volvemos a los tiempos de la percha o el viaje a Londres, dependiendo de tus posibilidades económicas. Pero la diferencia es que nosotras, las mujeres jóvenes españolas, hemos crecido en una España progresista y ahora reducen nuestros derechos y quieren que vivamos como lo hacían nuestras abuelas. Me indigna tanto que no encuentro las palabras para expresarlo. Mucho se ha escrito y no hay nada nuevo que yo pueda añadir. Solo decir que obligar a alguien a tener un hijo, traer al mundo niños con malformaciones o enfermedades sin cura, etc…, no es bueno se mire por donde se mire, y miles de estudios serios lo avalan. Problemas por una mala infancia, costes tanto económicos como psicológicos de los cuidados que necesita un niño vegetal (así de duro lo escribo, por que dura es la realidad).

Pero esta potenciación del sufrimiento y la resignación no es sino una manifestación de esta España abigarrada que nos impone el punto de vista católico de que la vida es sufrimiento, y así de paso no tengamos tiempo ni para pensar en lo que están haciendo y acatemos todas sus normas sin rechistar, como buenos hijos de dios. Están intentando (y consiguiéndolo con bastante éxito) una manada de corderitos, que no dicen ni mu, a los que cada vez les van (nos van) a quedar menos derechos que proteger y más que recuperar. Muchas mujeres han muerto por nuestro derecho a la maternidad. No a la maternidad obligatoria, no es mi deber como fémina, no soy ganado.

Nos quitan la educación, nos quitan la sanidad, nos quitan el derecho a manifestarnos, a informar sin censura, a decir lo que pensamos, nos quitan el derecho a decidir, a tener una oportunidad, están destruyendo el estado de bienestar y dentro de poco solo seremos masas totalmente controlables.

Y esto último vale no solo para España, está ocurriendo en demasiados países.